Saber dónde se va para que los pies sigan la dirección fijada
El mes pasado compartimos con vosotros nuestra visión de las claves necesarias para integrar el entrenamiento psicológico en el plan global del futbolista, y este mes analizamos todo lo necesario para que el entrenador saque el máximo rendimiento posible al equipo; es decir, que consiga que cada jugador esté fuertemente motivado y preparado para todo lo que puede venir: las duras y las maduras. Tras analizar en el artículo anterior las claves de éxito del equipo, en éste profundizamos en las estrategias psicológicas que debe emplear el entrenador para que todo el equipo funcione y camine en la misma dirección, sin perder el rumbo.
Un futbolista motivado es un jugador mentalmente fuerte, seguro de poder conseguir cada vez retos más importantes y con la firmeza de superarse día a día. Estar motivado es algo complejo, porque indica que la persona es hábil emocionalmente y con gran fortaleza para afrontar las situaciones que se le plantean. En mi humilde opinión, considero que cada uno tiene que “salir motivado de casa”, es decir, ser el propio gestor de sus emociones, saber automotivarse, pero, claro, este recurso psicológico se aprende y se mejora con los años de formación y experiencia, por ello lo importante es que los entrenadores sepan enseñar desde la base, la capacidad de automotivación y conseguir que los futbolistas desarrollen recursos como personas competentes para afrontar cualquier situación y con éxito controlado. Y aquí está la clave en el tema de entrenar la motivación – la situación – ya que el entrenador deberá adaptarse al contexto en el que los futbolistas compitan o aprendan. Las estrategias para motivar serán diferentes unas de otras en función de este escenario, por lo que el planteamiento básico para motivar a un equipo de fútbol debe hacerse desde el plano situacional – a quién y dónde se motiva – y no conceptual.
Como ya habrán advertido los lectores, de nada sirven los estándares psicológicos y recetillas al uso, sino que cada entrenador deberá estudiar muy bien a sus jugadores y la situación personal de cada uno de ellos, integrándola así en la deportiva, y explotar el potencial de cada uno al servicio del equipo. Pero, ¿qué debe incluir el planteamiento de estas estrategias? A continuación mostramos algunas de los aspectos principales para su diseño:
1. Lo primero que deben hacer los entrenadores antes de planificar la temporada es preguntarse: ¿cómo me motivaron a mi cuando aprendí a jugar al fútbol? Es habitual que los entrenadores imiten a los que fueron sus maestros años anteriores, simplemente porque están convencidos de que si ellos aprendieron así, es porque es bueno y funciona. Pero obviamente, el fútbol ha evolucionado, y precisamente en este área, en el trabajo por implicar e integrar a cada miembro en los objetivos del equipo. Cada entrenador debe adquirir un estilo propio de dirección. Transitar de un rol de jugador a otro de entrenador puede ser diferente, ya que lo que sirve para unos, es probable que no sirva para otros. En resumen, hay que analizar las fortalezas que ayuden a mejorar las debilidades, para así lograr que el futbolista desee mejorar siempre.
2.- Independientemente de cuál sea el puesto en el que juega cada futbolista, sus características personales y su función en el equipo, la mayoría de los jugadores están más motivados cuando se sienten únicos o especiales de manera notable, cuando lo perciben emocionalmente. Los futbolistas deben saber qué se espera de ellos, y sentir que son importantes por lo que aportan con su actuación. Si, además, se sienten tratados de forma personal, es cuando están dispuestos a entender claramente las metas y estar de acuerdo con el objetivo del equipo.
3.- El entrenador debe crear un clima de confianza y de respeto donde su equipo se sienta seguro y tranquilo. Este es el escenario donde mejor se aprende. En un espacio de incertidumbre, aparece el miedo que paraliza y disminuye el rendimiento. La relación emocional (positiva o negativa) del entrenador con todo el equipo es fundamental para que éste aprenda y se desarrolle, aumentando así la confianza y las relaciones afectivas dentro del equipo.
4.- Todo el equipo debe estar en sintonía con el proyecto de trabajo. La misma noción de motivación, enlaza necesariamente con la idea de movimiento, pero es imposible que el equipo se mueva si no existe “dirección”. Esto significa que el entrenador es el que planifica en cada momento cómo deben desempeñarse los futbolistas para mejorar y alcanzar los objetivos. Cada situación requerirá de un foco de atención diferente: el rival, nuestra preparación, éxitos conseguidos, jugadas de ataque específicas, etc., que de forma visible los futbolistas deben conocer y entender.
5.- Estar juntos no significa necesariamente poder rendir juntos. Para cohesionar al equipo, además de compartir el objetivo, el entrenador debe conseguir que los futbolistas colaboren para llegar a esa meta. Para ello, tal y como apuntábamos arriba, la Confianza es necesaria, pero también transmitir la idea de “necesidad”. Los futbolistas que están dispuestos a darlo todo en el campo son conscientes de que necesitan cooperar y colaborar con el resto de compañeros.
6.- Claro está que todo depende de la habilidad de cada técnico para comunicar de forma asertiva, pero criticar, en el sentido de corregir y reforzar el esfuerzo, motiva. El entrenador debe saber que es Responsable de dar información suficiente para que su equipo mejore en la dirección que apunta los objetivos
Teniendo en cuenta todo lo comentado, podemos extraer como conclusión que una estrategia que no debe faltar en la libreta de cualquier técnico es exigir el máximo de las responsabilidades a cada jugador. Bien, pero, ¿en función de qué? Lo principal es tener en cuenta las capacidades de cada uno, conocer sus posibilidades y sus limitaciones. El hecho de prestar atención al rendimiento y evolución del deportista y pedir los compromisos oportunos refuerza el sentimiento de pertenencia al equipo y aproxima al jugador a un mejor rendimiento.
Teniendo en cuenta todo lo comentado, podemos extraer como conclusión que una estrategia que no debe faltar en la libreta de cualquier técnico es exigir el máximo de las responsabilidades a cada jugador. Bien, pero, ¿en función de qué? Lo principal es tener en cuenta las capacidades de cada uno, conocer sus posibilidades y sus limitaciones. El hecho de prestar atención al rendimiento y evolución del deportista y pedir los compromisos oportunos refuerza el sentimiento de pertenencia al equipo y aproxima al jugador a un mejor rendimiento.
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