domingo, 26 de febrero de 2012

¡HASTA QUE TE SALGA!

Un nuevo articulo de Amalia Revuelta para www.lavozdigital.com

Mucho se habla entre los aficionados al fútbol del potencial y el talento de su equipo, aspectos que si no son adecuadamente explotados parecen resultar insuficientes para ofrecer juego integral y grato a la vista. Y semana tras semana las expectativas del honorable no superan más que un simple «bueno, no hemos perdido, pero podíamos haber dado mucho más». En el fútbol profesional, el rendimiento del jugador en el césped depende, entre otros factores, de su autoridad y firmeza para tomar decisiones adecuadas ante las tan variopintas situaciones que transcurren durante los 90 minutos de partido: tanto si se entrenan, como si no.

El que se juegue con un mismo sistema que no termina de cuajar, porque cuesta alrededor de 30 minutos crear ocasiones y finalizarlas, puede hacer que frene al equipo costándole sacar esa 'garra' que ayude al gol. La clave está no en lo que se sabe, sino en lo que se hace con ello. Si se mejora la coordinación entre los jugadores exponiéndoles a nuevas situaciones que no controlen de antemano, estaremos ayudando a que perciban que sí están capacitados para resolverlas sin necesidad de que el entrenador piense por ellos. Cuando el sistema parece repetitivo, termina aprendiéndose como si de un 'padrenuestro' se tratara, lo que limita al jugador a no utilizar los recursos propios. Al jugador hay que procurarle una inteligencia táctica. Es aconsejable fomentar su autonomía.

Estoy de acuerdo con Buceta y Giráldez (2005), en que si es solo el entrenador el que piensa y no enseña a pensar a los jugadores, puede llevar a que el equipo adquiera cierta 'Discapacidad Táctica'. Para recuperar la capacidad hay que entrenarla sin aplicar un 'recetario de remedios', estudiar a cada futbolista, partir de su personalidad, situación en el campo, y enseñarle a resolver de forma autónoma y creativa.

El caso es criticar de forma constructiva. Una crítica solo es otro punto de vista, un regalo para analizar. Eso sí, siempre con el equipo. Los trapos sucios se lavan en casa.

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